El día 25 de cada mes, grupos a favor de la vida, se reúnen en
diversos puntos de España, cerca de clínicas abortistas, para rezar por esos
niños a los que se los impide nacer. El otro día, en Bezana, una ciudad situada
en la periferia Santanderina, nos juntamos unas 30 personas a las 10 de la
noche para alzar una oración por éstas víctimas de las que pocos se acuerdan.
Cerca
de donde estábamos situados había 6 o 7 personas que estaban en un bar, llevarían
ahí toda la tarde, e iban un poco pasadas de vueltas.
Mientras
nosotros rezábamos estuvieron cantando canciones típicas españolas, de una
forma desafiante y burlesca. Nos miraban y gritaban más fuerte, para que no pudiéramos
rezar bien.
Mi
mirada se cruzó con una de esas personas, una señora de aproximadamente 55 años
que estaba cantando y bailando y que me hizo un corte de mangas.
La mire
a la cara, mantuve fijo la conexión visual, desafiándola, y observando lo
triste que puede ser una vida cuando te dejas llevar por la falta de respeto y
el egoísmo. Cuando eliminas todo tipo de reflexión y encima atacas a los que sí
que reflexionan.
Pues, a
esa persona, a los que hace unos días perseguían y abucheaban a grupos
pro vida en Barcelona y a todos los que critican a los que
defendemos la vida, les digo que ante todo respeten a los demás, como
nosotros hacemos, y después se paren a pensar y a reflexionar, que se
pueden dar cuenta de bastantes cosas y salir de la mentira en
la que vive nuestra sociedad.