Tengo
17 años, el otro día me confirmaron lo que más me temía, estoy embarazada.
Nadie lo sabe, sólo yo, ni siquiera mi novio, con el que llevo 4 meses.
Nuria,
una
amiga mía dos años mayor que yo tuvo el mismo problema hace 1 año, sé
que
ella abortó, de la misma manera que sé que muchas veces me la he
encontrado
llorando y acusándose de matar a su propio hijo. No sé que hacer, no sé
que pensar..., ahora mismo tener un hijo es imposible para mí...
Acabo
de hablar con Nuria. Ella me ha dicho, que lo ha superado, que cree que hizo lo
mejor para ella, que no se equivocó, pero que de todas formas la que debe
decidirlo soy yo.
Me ha
recomendado hablar con una fundación, la cual la estuvo asesorando para superar
el tema. Me ha dicho que ande con cuidado, que esa fundación me puede privar de
libertad, pero aun así me la ha recomendado, porque dice que en el fondo de su
corazón cree que puede ser muy importante para mí escucharlos.
Hoy he
contactado con Teresa, madre de 3 hijos y asociada a la Fundación Red Madre
“Nunca estarás sola”. Me ha estado explicando qué es el aborto. Teresa, me ha
dicho que tengo otras opciones, como darlo en adopción. Me ha animado a tener
al niño, que ella me apoyará y
estará
los 9 meses del embarazo a mi lado si hace falta, me ha dicho que
entiende lo
que puede ser en el instituto, en casa o por la calle, pero que eso no
es nada comparado con la maternidad. Me ha dicho que va a ser
difícil, pero que vale la pena; que es mi propio hijo y que nunca me
arrepentiré de tenerlo.
Lo
estoy pensando, recuerdo esas tardes cuando Nuria me hablaba de que a
veces por las noches no podía dormir pensando en su hijo, me imagino a
mí en esa situación. No puedo, ¿ Cómo podría vivir con esa sensación?
Teresa
me dice que sea valiente. Sé que nada volverá a ser igual, que voy a ser objeto
de muchos murmullos, que esta situación marcará mi vida. Pero también sé que
Teresa y su fundación van a estar a mi lado, apoyándome durante estos nueve
meses, que puedo tener un hijo magnífico al cuál amar y criar.
Llevo una semana pensando. Me ha costado llegar a una reflexión final. Pero la decisión ya está tomada.
Voy a ser madre.
Han pasado dos años, delante de mi tengo a un pequeño grandullón que acaba de decir mamá por primera vez. Le miro, ahí tan gracioso, jugando con una pelotita de plástico que le regaló su padre y se me cae una lágrima. Entonces me acuerdo de Teresa, y me doy cuenta de que me ha cambiado la vida.
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