Historia de Christian. Parte 2.

Estoy en el hospital. A Mario el otro día los latinos le pegaron un navajazo en la barriga y está  ingresado. Por lo visto es grave, los médicos no han dicho que se pondrá bien. Estamos aquí algunos colegas, y la familia. Ha venido la abuela de Mario, veo como fielmente está sentada en esta diminuta sala de espera pasando las bolas de su rosado rosario. Debe estar rezando. Estamos todos bastante angustiados, temerosos y acongojados, sin embargo, a la abuela la veo entera, intuyo como sus labios van pronunciando las serenas avemarías que desde su fe profesa. No sé cómo puede estar tranquila, su nieto está en un momento crítico, y ella está aparentemente serena.  La miro y recuerdo la cara de esos chicos del video  que vi la semana pasada, esos jóvenes de arguments. ¿Cómo encuentran esa serenidad?  Con ese video, ya me quedé extrañado. Hoy no voy a desaprovechar la oportunidad. Me acerco a la abuela y le pregunto por qué se muestra tan confiada. Contesta diciendo que está rezando por Mario y que Dios le escucha, dice:

 - Confío en Dios y sé que va a salvar a mi nieto.
Me quedo perplejo, la verdad es que cada día me flipan más estos católicos, cómo pueden creer en algo tan invisible, algo tan irreal, tan impalpable.
Sin embargo, me viene a la cabeza de nuevo, la serenidad de la abuela de Mario y  la felicidad de aquéllos jóvenes católicos.  Sigue sorprendiéndome e inquietándome. Cada vez más.

¿Qué es lo que les hace estar tan felices?

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